domingo, 8 de agosto de 2010

TEXTOS TEÓRICOS-Prácticas de lectura y escritura (fragmentos)- Dora Riestra

Fragmentos extraídos del libro Prácticas de lectura y escritura. Universidad Nacional de Río Negro. Libros del Zorzal.


El resumen no es lo mismo que la síntesis

La propuesta de diferenciar el resumen de la síntesis apunta en esta dirección de autorregular la lectura en fun¬ción del estudio.
En primer lugar es necesario conocer con la mayor obje¬tividad posible qué dice el autor sobre el tema para opinar sobre la posición del autor sobre ese tema.
Si diferenciamos las operaciones que estamos realizando, es decir, si tomamos conciencia de lo que hacemos al leer, nos organizamos mentalmente para adquirir un método en la actividad de lectura, un método personal de búsqueda ac¬tiva de información, por eso los subrayados son personales y necesitan revisarse y redimensionarse al volver sobre lo leído una y otras veces.
Estudiar supone desarrollar esta capacidad de explicar lo que se entendió al leer un texto.
Esta explicación que, por lo general se realiza por es¬crito, debe textualizarse con precisión. El resumen es un instrumento de utilidad tanto para fichar un texto (reducir en parte la información que se busca y reproducir textual¬mente lo que no es posible reducir sin correr el riesgo de pérdida de sentido), como para repasar ante un examen, para comparar posiciones de autores frente a un tema, etc.
Asimismo, los esquemas y cuadros sinópticos pue¬den ayudar a ordenar un resumen, pero no lo sustituyen completamente, sobre todo por la falta de conectores lógi¬co-argumentativos, que son los que establecen las relacio¬nes entre los conceptos, relaciones de causa-efecto, de in¬clusión, de oposición, de consecuencia, etc.
Al resumir estamos realizando, nuevas construcciones gramaticales manteniendo el sentido, por lo que estamos incorporando formas diversas en sustituciones léxicas y morfo sintácticas. Es importante aprovechar el resumen para reflexionar sobre las posibilidades lingüísticas de que disponemos en nuestra lengua.

Paratexto y contexto
El espacio gráfico que nos permite leer en diversas lenguas y diferenciar dibujos de letras, cuadros de párrafos, etc., no es sólo eso, es también un espacio físico, ya sea en papel, como en este caso o en la pantalla de una computa¬dora o un televisor.
Esta superficie fue llamada paratexto (para en griego para significa "alrededor de") y, como sostiene Maite Alvarado (1994) citando a Genette (1987) es "como un aparato montado en función de la recepción". Umbral del texto, primer contacto del lector con el material impreso, el paratexto es un instructivo, una guía de lectura. En este sentido, los géneros escritos cuentan entre sus marcas aspectos paratextuales que permiten anticipar, en cierta medida, el carácter de la información y la modalidad que esta asumirá en el texto. Esto es particularmente evidente en el caso de la prensa, donde la sola presencia de un recuadro rodeando un texto firmado indica que se trata de una opinión sobre los sucesos referidos en la página; pero también los géneros literarios, científicos o de divulgación ofrecen al lector, desde, su formato, elementos de reconocimiento y la oportunidad de formular primeras hipótesis sobre el contenido del texto, que la lectura, a posteriori, confirmará o refutará.
Una ojeada rápida a una mesa de librería, sin ir más lejos, permite discriminar, a partir del diseño de tapa, literatura, ciencia, ensayo, libros técnicos, de autoayuda, etc.
La categoría de "paratexto" es propia del mundo gráfico, ya que descansa sobre la espacialidad y el carácter perdu¬rable de la escritura.
"Los elementos que integran el paratexto dependen del carácter espacial y autónomo de la escritura: bibliografías, índices, serían impensables en forma oral; así como la objetivación del mensaje, la distancia que supone la escritura, hace posibles notas y prólogos, en los que el propio autor analiza, critica, amplía o sintetiza su discurso. Además, los elementos del paratexto cumplen, en buena medida, una función de refuerzo, que tiende a compensar la ausencia del contexto compartido por emisor y receptor. Es el caso de muchas ilustraciones, y en particular de la gráfica (re¬presentación visual de la información en la superficie de la página)."
Dispositivo pragmático, que, por una parte, predispone -o condiciona- para la lectura y, por otra, acompaña en el trayecto, cooperando con el lector; en su trabajo de construcción -o reconstrucción- del sentido.
La comunicación escrita exige la puesta en funcionamiento de un dispositivo que asegure o refuerce la interpretación del texto que el autor quiere privilegiar. Ese disposi¬tivo actúa, en buena parte, sobre el componente gráfico del texto, sobre su carácter espacial, reforzando visualmente el sentido, o bien superponiéndole un segundo mensaje, de naturaleza instruccional: lea A antes que B, lea C con más atención que B, lea X junto con Y. "El texto escrito -impreso o manuscrito- busca evitar, por los medios a su alcance, los efectos del diferimiento de la comunicación". (Alvarado, 1994, 0b. cit.)
La importancia de reconocer el plano paratextual en los textos escritos radica en la posibilidad que nos ofrece de reconstruir, mediante los datos provistos en tapas, solapas, datos de edición, índices y prólogos, el contexto de producción del texto escrito. Podemos de este modo situar al autor en su época, en su ámbito y en su relación con el género en él que está inscripto el texto por los datos aportados por los paratextos.
Cuando en la computadora iniciamos diversas tareas, nos orientamos con los íconos, que son elementos paratextuales indispensables para ahorrar esfuerzos de inicio de operaciones visuales y psicomotrices, necesarias para leer y escribir. La información que nos brinda el paratexto es abundante en la medida en que sabemos relacionarla e interpretarla, puesto que, al obviarla, puede sernos completamente transparente.
Por todo esto, las propuestas de lecturas de este curso deben hacerse atendiendo a la información que brindan las fechas de ediciones, los títulos y subtítulos, las traducciones, los lugares de edición para, con todos esos elementos paratextuales, entrar de lleno al sentido de los textos.

El contexto o las condiciones de producción de los textos la situación de acción comunicativa o de lenguaje
Esta expresión general designa las propiedades de los mundos formales (Habermas, 1981/1998): físico, social y subjetivo, que son susceptibles de ejercer una influencia sobre la producción textual.
Esos mundos formales constituyen conjuntos de repre¬sentaciones sociales que son objeto de una descripción a priori. Sin embargo en una situación de producción dada, el agente no dispone más que de versiones particulares de esas representaciones sociales. Conviene entonces distinguir la situación de acción comunicativa externa, a saber, las características de los mundos formales, tales que una comunidad de observadores podría describirlos; y la situación de acción comunicativa interna o efectiva, es decir, las representaciones de esos mismos mundos, tales como un agente los ha interiorizado. Es necesario admitir que es esta situación de acción interiorizada la que influye realmente en la producción de un texto empírico.
Para producir un texto, el agente tendrá entonces que movilizar ciertas representaciones de los mundos y esta movilización se efectúa en dos direcciones distintas. Por una parte representaciones de los tres mundos son solicitados a título de contexto de la producción textual: cuál es la situación de interacción en la cual el agente productor cree encontrarse, y esos conocimientos van a ejercer un control pragmático y/o locutorio sobre ciertos aspectos de la organización del texto. Por otra parte, representaciones de los tres mundos son solicitadas a título de contenido temático o referente qué temas van a ser verbalizados en el texto y, otra red de conocimientos va a influir sobre los aspectos locutorios o declarativos de la organización del texto.
El contexto de producción
El contexto de producción puede ser definido como el conjunto de los parámetros susceptibles de ejercer una in fluencia en la manera en que un texto está o es organizado. Si múltiples aspectos de una situación de acción podrían teóricamente ser invocados de acuerdo con la mayor parte de los teóricos, pondremos nosotros el acento por nuestro lado sólo en los factores que ejercen una influencia necesa-ria, pero no mecánica, en la organización de los textos. Esos factores están reagrupados en dos conjuntos, el primero tiene que ver con el mundo físico y el segundo con los mundos social y subjetivo.
En el primer plano, todo texto resulta de un comportamiento verbal concreto, cumplido por un agente situado en las coordenadas del espacio y del tiempo. Todo texto procede entonces de un acto cumplido en un contexto físico, contexto que puede ser definido por cuatro parámetros particulares:
- el lugar de producción: es decir el lugar donde el texto es producido,
- el momento de producción: la extensión de tiempo durante la cual el texto es producido,
- el productor o locutor: la persona o la máquina que produce físicamente el texto, producción qué puede efectuarse según la modalidad oral o según la modalidad escrita,
- el destinatario: la o las personas que es o son susceptibles de percibir o de recibir concretamente el texto.

Cuando la producción es oral, el receptor está generalmente situado en el mismo espacio-tiempo que el emisor, y es entonces susceptible de responderle directamente, y puede ser calificado también en ese caso de coproductor o interlocutor. Cuando la producción es escrita el receptor no está generalmente situado en las coordenadas del espacio- tiempo del productor. En ciertos casos este receptor alejado puede responder al productor y convertirse así en su interlocutor, como en el intercambio de las cartas, p. ej. En otros casos el receptor no dispone de ningún medio de respuesta y no constituye entonces un interlocutor propiamente dicho.
En el segundo plano, la producción de texto se inscribe en el marco de la actividad de una formación social, y más precisamente en el marco de una forma de interacción co¬municativa que implica los mundos social (normas, valores, reglas; etc.) y subjetivo (imagen que se da de sí mismo al actuar). Este contexto socio subjetivo puede, él mismo, ser descompuesto en cuatro parámetros mayores:
- el lugar social, es decir, ¿en el marco de qué formación social, de qué institución o, más generalmente, de qué mundo de interacción, el texto es producido (escuela, familia, medio de comunicación social, la armada, interacción comercial, interacción informal, etc.)?,
- la posición social del emisor, que le da el estatuto de enunciador, es decir, ¿cuál es el rol social que juega el emisor en la interacción en curso (rol de docente, de padre, de cliente, de superior jerárquico, de amigo, etc.)?,
- la posición social del receptor, que le da su estatuto de destinatarios, ¿cuál es el rol social atribuido al receptor del texto (rol de alumno, de hijo, de colega, de subordinado, de amigo, etc.)?,
- la finalidad o las finalidades de la acción, ¿cuál es, desde el punto de vista del enunciador, el efecto o los efectos que el texto es susceptíble de producir en el destinatario?

Esta conceptualización del contexto de producción nos lleva a hacer un conjunto de observaciones:
Es importante distinguir claramente el estatuto de emisor y de receptor, organismo que produce o recibe un texto, del de enunciador y de destinatario, rol social asumido respectivamente por el emisor y el receptor. Un mismo emisor puede producir un texto tanto jugando su rol de padre, tanto desde su posición de docente, en tanto alumno; y un texto puede dirigirse a un mismo receptor en tanto es padre, vecino, docente, etc. Una vez planteada esta distinción, es necesario reconocer, sin embargo, que la instancia responsable de la producción de un texto es una entidad única, salvo casos escasos de coescritura, que debe ser definida a la vez desde un punto de vista físico y desde un punto de vista socio subjetivo. Se podría entonces calificar esta entidad emisor-enunciador, pero por una cuestión de simplicidad, la designaremos por medio de la expresión agente productor o más simplemente aún, autor.
Recordemos finalmente que los parámetros que acaban de ser enumerados, aun cuando pueden ser definidos a priori, no influyen sobre un texto más que a través de las representaciones propias del agente productor. Las representaciones de los parámetros del contexto físico, reposan en dos capacidades cognitivas: la identidad de la persona y su distinción respecto de los demás, y las coordenadas del espacio-tiempo. Esas capacidades se construyen desde la primera infancia. Todo agente productor dispone de ellas, salvo en casos patológicos, de modo, que la descripción a priori de ese primer conjunto de parámetros coincide casi necesariamente con la representación que tiene de ellas el agente productor. (Jean-Paul Bronckart, 1997, Traducción: D.. Riestra).
Relación contexto-paratexto
Así como en la oralidad la situación domina el contexto de producción (o lo suple) en la escritura es el contexto (intra e intertextual) el que domina la situación o la suple.
Cuando hablamos con una persona nos situamos inmediatamente y sabemos cómo dirigirnos, nos lo impone el contexto, en cambio cuando tenemos que escribir a una persona, primero debemos representarnos la situación para decidir cómo dirigirnos, es decir, inventamos el contexto.
Vemos que hay una suerte de inversión en las relaciones entre contexto de situación oral y contexto de situación escrita
Por la interpretación de los datos del paratexto reponemos los contextos de situación de los textos.


Géneros Textuales

No obstante, todo texto, ya sea oral o escrito, está situado en una práctica comunicativa y social. Todo texto, por lo tanto, tiene una composición genérica, es decir, es lo que permite ligar el contexto y la situación, en la medida en que es un principio organizador del texto. El género es, entonces, un instrumento comunicativo determinado por y producido en la práctica (Bronckart, 1997). Es un saber hacer para poder decir lo que esperan que digamos.
Un filósofo ruso de principios del siglo XX, sostuvo que "el enunciado, considerado como unidad de comunicación y totalidad semántica se construye y se actualiza precisamente en una interacción verbal determinada y originada por cierto tipo de relación social. Así cada tipo de comunicación social citada se organiza, se construye y se acaba de manera específica, la forma social y estilística así como la estructura del tipo al que pertenece tal enunciado la designaremos por el término de género". (Valentín Voloshinov 1930-1992)
Posteriormente, otro ruso, Bajtín (1979-1992) afirmaba que cada actividad humana desarrolla unas formas relativamente estables de enunciados, a los que este autor llamó géneros de la palabra o del habla.
Los géneros textuales tienen normas según la práctica en la que están inmersos (una conversación se entiende dentro de una historia conversacional, una novela, en relación con la lectura de otras novelas leídas), o sea que el texto es lugar de encuentro entre el contexto y el archi texto (conjunto de géneros conocidos). La situación y los otros textos indexados nos permiten reconocer los géneros. Por lo tanto para definirlos es imprescindible remitirnos a las prácticas que los sustentan.
Vemos que hay una suerte de inversión en las relaciones entre contexto de situación oral y contexto de situación escrita. Así como en la oralidad la situación domina el contexto de producción (o lo suple), en la escritura es el contexto (intra e intertextual) el que domina la situación o la suple.
Los géneros escritos se fueron construyendo a lo largo de la historia, son herramientas con palabras, tecnologías discursivas (en la medida en que implican un saber hacer). Están mediados técnicamente, primero cuero (pergamino), después papel liso y letra cursiva.
En los siglos XII y XIII se transcribían textos orales (listas, registros, cuentas, leyes, cartas, textos religiosos). Existían los copistas (artistas manuales) y el dictor.
La escritura como la concebimos hoy, como la sitúa W. Ong, como tecnología internalizada, que ha modificado la conciencia humana, aparece en el siglo XV con la revolución tecnológica que produjo la imprenta. Desde entonces escribir es actuar lenguajeramente, se unifican el que dice y el que escribe. Schneuwly (1994) afirma que se produjeron modificaciones psicológicas al pasar del orden oral al orden escritural. Las estructuras de las acciones mentales necesarias para escribir se desarrollaron con la apropiación de los instrumentos construidos para actuar en la escritura como actividad, fueron las operaciones grafo motrices y las operaciones visuales, además de la planificación del efecto sobre el destinatario (intención).
Los géneros escritos, en tanto instrumentos, necesitan de la técnica (papel, lápiz, computadora), el sistema de escritura (signos, grafía) y el sistema intralingüístico (signos), paratexto, lo que indica que solamente pueden conocerse y ser apropiados mediante el uso.
Todos tenemos un potencial acumulado de conocimiento genérico, que fuimos adquiriendo a lo largo de nuestra vida. Tenemos la herramienta (en géneros textuales orales y escritos), en la medida en que actuamos con eficacia y con pertinencia-en determinados ámbitos sociales y dentro de estos ámbitos en instituciones.
Desde este saber hacer construido proponemos reestructurar el conocimiento y elaborar el propio archivo de géneros conocidos en su ejecución (producidos) y géneros conocidos por referencia (leídos o más o menos reconocidos).
Consideramos como géneros textuales las formas estables que adquieren los textos según el contexto, socio-discursivo y sobre todo, según la actividad en la que se producen.
Los elementos que componen el género textual son:
- Contenidos que se convierten en aptos para ser dichos (Sentido),
- Estructura comunicativa particular (Uso),
- Estilo de configurar unidades lingüísticas (Forma).

Guía para realizar la reseña de un libro leído
1. Hacer una primera lectura fichando datos de interés personal en relación con el sentido del texto.
2. Segunda lectura: identificar el tema, la estructura del texto y su organización (partes, capítulos, etc.) relacionando índice con las anotaciones del fichaje.
3. Hacer un borrador de reseña tratando de:
- En primer lugar, EXPONER: describir la obra externamente (edición), explicar temática abordada y finalmente argumentar acerca del enfoque del tema.
- En segundo lugar, CONTAR: relatar aspectos de los contextos histórico culturales de la obra etc., otras obras del autor, autores que abordaron la misma te-mática etc.
- En tercer lugar, EVALUAR tomando una posición, es decir, opinando frente a la obra para recomendar el interés por su lectura. Aquí puede incluirse una cita significativa

Planificación del texto de la reseña

a) INTRODUCCIÓN: Datos sobre la obra y autor. Presentación del tema y la problemática abordada respecto del tema.
b) ESTRUCTURA de la obra leída (capítulos, partes, etc.).
c) CONTEXTO de la obra leída: relación con otros textos del autor y relación con la época.
d) CIERRE: cita significativa, evaluación.